la niebla sube copiosa, tengo la cara mojada, es verano
me gusta oir chirriar la tierra bajo mis botas empapadas
pienso en las calles empinadas de la ciudad dónde vivo
largas avenidas en forma de ola castigadas por el sol
un punto negro se mueve hipnotizando al que camina
tenderetes en el arrabal, finas telas, dátiles y dulce miel
la dama del columpio no para nunca, el pan de cada día
los helechos acompañan mi camino cual corte faraónica
seguir andando hasta la fosa abisal dónde nace la materia
cafés anónimos en barrios aledaños, tertulias desgastadas
días nuevos pintan los cielos, miradas incrédulas ilusas
dentro del campo de visión de un aguila, sigo bajando
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