jueves, 12 de marzo de 2020

Nacer o ser soñado

Vivir sin haber vivido, nacer o ser soñado, conocer el génesis, conocer el fin; ansiedad. Besar sus labios carnosos, leer las líneas de su cara, alimentarme de sus sueños, quitarme la máscara. Sentir que voy despacio, disfrutar, medir el tiempo, luchar con el tiempo, perder el tiempo. 
Acotar los sueños en esporádicas siestas atronadas por motores acelerados que buscan su nirvana. Asirse al espíritu que flota sobre las aguas y visitar la eternidad del universo o desechar definitivamente la idea de que lo universal es infinito que es tan verdadero como la soledad de una calle estrecha y oscura bajo la noche estrellada.
Pendulando entre ayer y hoy entre hoy y mañana, el placer de navegar entre la cresta y el seno, estimular las neuronas, cuando dices que me comprendes pienso en alfombras mágicas, soplos de inspiración que agilizan la caligrafía, el rítmico pedaleo por una carretera sin baches. Mejoraría si te dijera que no sé porque lo hago, es tan obvio que me sumo en la contemplación sin saber si estoy preparado para semejante espectáculo.
Son tan lamentables los muros frente a los que crece el ansia, llámense como se llamen, que elevan a precio de oro de ley los buenos ratos que hacen que merezca la pena visitar los museos. La existencia es una mina por explotar, trabajando la veta para encontrar el secreto que se esconde detras de las nubes y aún más allá. Las canciones de los mineros dicen la verdad por eso es tan bueno conocerlas. Si él la encuentra tan blanca despues de venir tan negro; los dos descubren, entonces, las propiedades del carbón.
Un sabio dijo que en la literatura no existe el tiempo, que un buen libro es un viaje fuera de las coordenadas temporales, no conozco su nombre pero me gustaría preguntarle por la piedra filosofal, el secreto de la felicidad, y todas esas cosas. Sería como hablar de naranjas y pepinillos, diabólico contraste, ecuación sin solución posible. El mundo en una pizarra translúcida donde basta con frotar para que aparezcan las palabras, la distancia en años-luz hacia el centro de la galaxia. Pepito hace una o y todos dicen ooooooh. Mar mareando que no murmurando.  El mar agita los recuerdos, los convierte en cuadros perennes porque de los recuerdos también se vive.
Sacando brillo a los pianos se descubren los mañanas entre cartas apiladas que luchan contra el olvido. Asomarse a otros mundos para descubrir diferentes planteamientos con el mismo objetivo. El aburrimiento crea desesperanza, no es porque yo lo diga, la sensación de vacío es propia de largas travesías, el pan de cada día de los viajeros profesionales que se preguntan a cada momento... que dudan de que exista un destino mientras revuelven el café en breves paradas en enigmáticas estaciones. Una historia escrita en un voluptuoso escote dieciochesco de una dama que sugiere la necesidad, la conveniencia de continuar el viaje. Un pelotón de voluntarios taconea bajo el ritmo acompasado de tambores de liberación. Hasta aquí llega volando, traído por el viento, el último poema escrito expresamente por aquel poeta tan célebre para combatir el sopor del viaje.
Instalarse en el Big-Ben, acunarse en las horas; que desatino. Mientras rodeas el mundo te olvidas de quién eres, de porque eres. te entregas a la vorágine de sensaciones, de sentimientos que luchan por encontrarse, vislumbras el final del tiempo. Un viajero descubrió la filosofía, suena tan bién que quisiera creérmelo, después siguió viajando y viajando. Un hombre con suerte. Nadie me espera, que libertad.
Ponerle música al camino que agradable labor, que ejercicio de interpretación, los paisajes hablan, nos cuentan su historia, una pregunta que responder, un enigma que descifrar, las edades perfectamente archivadas en montañas de sedimentos, un contable que cuenta, un registrador que registra, un intérprete que interpreta, un niño que corre de aquí hacia allá, un salto en el espacio hacia unos brazos abiertos, surfeando la vida sin más, se puede contar en unos minutos, pulir el estilo es importante, reconocerte a ti mismo lo hace más fácil, reencontrarte es volver a casa.


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